22 de Febrero – Encuentro Descifrando el espejo
“Estoy estancada”, así comenzaba la sesión. Cuéntame más – le pedí- Pude notar en su rostro –y en mi garganta- que cargaba con una gran angustia.
Siento que mi marido no nos incluye a mis hijas y a mí. Hace su vida, tiene sus actividades, va y viene. Al escucharla, algo en mi decidió pedirle que hiciera un dibujo representativo de su situación actual. Concentrada, se dibujó a ella y a sus hijas reunidas en el costado derecho de la hoja, dejando a su marido en la otra punta.
Ahora bien, ¿qué sientes?, pregunté. Separación. Si, veo separación.
Hubo un silencio, supongo que el necesario para ir integrando lo que se estaba entretejiendo…
Continué. ¿Te animas a hacer un dibujo que represente el escenario emocional que viviste en tu infancia? Noté su cara de desconcierto. Intuyo que no se esperaba ese paso. -A decir verdad, a mí también me tomó por sorpresa- Aún así, inclinó su cabeza y dibujó. Al mostrarme, vi que, a diferencia del dibujo anterior, había dibujado una familia unida. Papá, mamá a la par, y luego a ella y sus hermanos rodeándolos.
Pregunté, ¿Puedes notar alguna similitud entre un dibujo y el otro? Mirando ambas hojas, contestó que no. Agregó, en una veo una familia unida y en la otra veo lo contrario.
Bien, continuemos.
¿Cómo era la relación entre tus padres cuando tú eras niña? ¿Tienes algún recuerdo de cómo ellos se llevaban?
Recuerdo a mamá con cara triste. Si bien ahora mis padres se llevan bien, esto no siempre fue así. Cuando era niña, mi madre solía quejarse de que mi padre la dejaba sola. Él hacía su vida, salía por ahí, visitaba a su familia, pero mi madre con mis hermanos y conmigo, se quedaba a hacer las tareas de la casa. También recuerdo que había gritos y agresiones hacia ella por parte de él. Mamá solía contarnos a nosotros, sus hijos, cómo ella se sentía a causa de esa situación. Supongo que así encontraba la manera de desahogarse pero a mi particularmente me generaba impotencia por no poder ayudarla. Eso me marcó mucho. –Generé una pausa, con el fin de resaltar lo que acababa de decir- ¿Puedes repetir qué fue exactamente lo que te marcó? Contestó. El hecho de no haberla podido ayudar cuando ella se sentía sola.
Mi mente hizo un “escaneo” de la situación, encontrando algunas similitudes entre lo que ella estaba viviendo y lo que su madre vivió en aquel entonces. Encontré algo, pero de nada serviría que yo lo dijera. Entonces decidí preguntárselo: ¿Puedes ver alguna similitud entre lo que tú estás viviendo ahora y lo que tu madre vivió en su momento?
-Contestó casi sin dudarlo- Pues, ahora que lo veo sobre la mesa, si. Veo que hay cosas que estoy repitiendo.
Continué. Teniendo en cuenta que las situaciones que vivimos y cómo las interpretamos las estamos atrayendo inconscientemente. Considerando también que esa información inconsciente nos viene a revelar todo lo que aún tenemos sin sanar y principalmente nos señala aquellas cosas que no tenemos sanadas con nuestros padres o aquello que aún le reprochamos o no le perdonamos, ¿Para qué creés que tu mente inconsciente generaría un escenario en dónde tu marido no las incluya a ti y a tus hijas? ¿Tiene sentido para ti observar esta situación como una oportunidad para reparar cómo tu padre se comportó con tu madre?
Respiró. Si. Viéndolo así, tiene sentido. Agregó. –Ahora creo que el dibujo que hice en un principio reflejando una familia unida fue más bien un anhelo y tal vez no haya sido la realidad. No recuerdo que me haya faltado cariño, pero tal vez no éramos tan unidos y ese era mi deseo.
Preguntó. Y ahora, ¿Cómo se hace para sanar todo esto? Contesté, Con una intención clara de querer hacerlo. Y cómo sé si estoy teniendo esa intención – agregó- Pregunté, ¿Sientes que estás asumiendo tu parte de responsabilidad y soltando la culpa? Eso creo– contestó. Reafirmé. Pues eso es todo lo que necesitamos.
Agregué. Somos personajes en un sueño. Cada uno cumple un rol. Y al mismo tiempo nos atraemos inconscientemente para representar ese rol determinado en base a nuestras sombras, o lo que es igual, lo que aún nos queda por sanar. Nadie está en nuestra vida por casualidad, sino por causalidad. Todo responde a una ley de causa y efecto. El efecto es el escenario o la situación que vivimos, y las causas están en nuestra mente.
Hubo un silencio procesador…
Comenzamos juntas a hacer una meditación para soltar. Su cara se despejó, su mente descansó y mi corazón feliz quedó.
*Encuentro que tuvo lugar el pasado 22 de Febrero de manera virtual. Antes de compartirlo, pedí autorización a quién, con tanto amor, abrió su corazón para que la sanación tuviera lugar.
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