A igual que en otros ámbitos, en el ámbito laboral las relaciones interpersonales suelen ser un verdadero desafío. Allí se ponen en juego los intereses de la organización que responden a los objetivos que se esperan alcanzar, y, por otro lado, los intereses de cada una de las personas que allí se desempeñan, con sus respectivos roles y responsabilidades. Y a la hora de combinar toda esta información y ponerla sobre la mesa para estar todos alineados en una misma dirección, suelen aflorar conflictos muchas veces difíciles de resolver para que todo funcione como se espera. Pero, ¿Qué es lo que hace que relacionarnos resulte ser tan complicado?
Según lo que vengo estudiando, observando y experimentando en dinámicas grupales, todo comportamiento responde a causas profundas que se alojan en las profundidades de nuestra mente inconsciente, y hasta que estas causas no se hagan conscientes, cada uno de nosotros/as continuará recreando escenarios con el fin de que estas causas sean, al fin, atendidas.
Habitualmente, cuando entramos a trabajar a una determinada empresa u organización, cargamos con algunas heridas emocionales no atendidas. Es decir, ya las traemos, forman parte de nosotros. Como por ejemplo: la necesidad de reconocimiento, la necesidad de seguridad, de controlar, entre otras. Estas heridas emocionales se activan ante las reacciones, comentarios, dinámicas relacionales que se dan en nuestros entornos laborales. Por ejemplo: Si tengo la necesidad de reconocimiento, siempre estaré enfocando mi atención en si se me reconoce lo que hago o no y esto puede impactar negativamente sobre mi rendimiento, mi motivación y demás. Otro ejemplo: Si en mi está presente la necesidad de controlar, es posible que me cueste delegar por mi falta de confianza en los demás, y esto hará que me sobrecargue de trabajo y mis compañeros se sientan desanimados al ver que no los incluyo o no confío. En ambos ejemplos solemos pensar que la causa de nuestro malestar o desánimo está fuera de nosotros, es decir, en las circunstancias que se nos presentan. En el primer caso, seguramente si ahora mismo estás viviendo esta situación, te encuentres culpando a tu entorno porque no te sientas reconocido. En el segundo caso, es posible que si te encontrás cargando con responsabilidades en exceso, se te esté haciendo difícil confiar en los demás.
Pero, lo cierto y misterioso es que la realidad que vivimos está respondiendo a causas inconscientes Las causas de nuestros problemas no están nunca fuera de nosotros sino en nuestra mente. Es allí donde se alojan esas heridas emocionales que no hemos atendido aún y son las que nos impulsan a vivir esos escenarios que habitualmente solemos vivir. Cuando atendemos las causas realmente donde se encuentran, el conflicto afuera desaparece. Para ello debemos dar el paso a asumir la total responsabilidad por las cosas que nos suceden y observar la vida como un conjunto de sucedáneos perfectamente diseñados para trascender nuestros programas limitantes y convertirlos en amor. Cada escenario laboral es un sistema de intercambio de comportamientos que responden a un conjunto de causas que están siendo proyectadas y co-creadas por todas las personas que forman parte. Al igual que una familia, todos y todas las que formamos parte estamos al servicio del amor para que vayamos trascendiendo nuestros miedos que se han solidificado en forma de heridas emocionales, creencias limitantes, ideas condicionadas y demás.
Finalmente te dejo con algunas preguntas para reflexionar. Si ahora mismo te encuentras viviendo algún conflicto laboral con alguna persona en particular, ¿A quién te hace acordar esa persona? ¿Con quién ya te has sentido así? ¿Cuál creés que sea la herida que esa persona te está invitando a observar?
Estamos inmersos en un universo de espejos con el fin de recordarnos nuestra verdadera realidad: Que estamos unidos.
0 comentarios