26 de Febrero 2022
No era consciente que no me amaba hasta que un día me dió por observar cómo me hablaba.
Se hizo tan evidente.
Ahí estaba yo. Reprochándome por no adaptarme a un mundo dónde vengo descubriendo que no estoy.
Y no estoy no significa no participar. No estoy significa que jamás me va a llenar. Que lo máximo que una situación puede darme, es mi propia entrega al vivirla. Y esa entrega suma a las demás entregas. Suma, pero no llena.
Me volví proactiva y productiva para producir no sé que cosas.
Descubrí que lo que no es natural, es querer encontrarme acá. ¿Dónde estoy entonces? -La pregunta que me impulsa el día-
Estoy en todas partes. Cada parte que me mueve me señala la verdad. Aquello que rechazo, es aquello que en algún lado escondo. Aquello que amo afuera, tengo que aprender a amarlo adentro.
Cuando se me mueve un miedo, voy hasta el fondo, porque sé que esa parte que se pegará con las demás y se hará canción.
Y que alivio no estarme separando.
Que alivió no fragmentarme.
Qué paz caminar y andar uniendo todas mis partes. Incluso las que me mostrás. Si. Vos.
Que alivio dejar que la ilusión compita sola. No intentar llegar a ninguna parte.
O intentarlo, pero saber que cuando llegue , no encontraré nada que ya no tenga.
Que alivio mirarme desde adentro y no seguir asustándome con lo que creo ser cuando lo hago desde afuera.
Que alivio cerrar los ojos y encontrarlo todo.
0 comentarios